domingo, 18 de septiembre de 2016



“A propósito de modas ideológicas”

La nueva era o New age, como es mejor conocida, tiene sus inicios a finales del siglo XIX. Termina la era de piscis, e inicia la era de acuario o nueva era.

Esta nueva moda astrológica, conlleva ciertas premisas: revelación del orden superior, conexión con energías universales, decepción religiosa, prácticas de apertura de “conciencia” entre otras.

Esta moda que ha venido proliferando a lo largo y ancho del siglo pasado y lo que va del siglo XXI, tiene actualmente un auge peligroso.

Si conciencia es: con conocimiento, resulta difícil creer que un método elemental como la mayéutica, sistema que utilizan los niños. ¿Y por qué? ¿y para qué? haya sido suplantado por una orientalización rica en prácticas y disciplinas, así como también pastiches fantásticos, que combinan un poco de aquí, un poco de allá, y se obtiene algo así como la pomada verde de feria que lo cura todo. 

El anzuelo comercial pregona que tales “ciencias, filosofías, y remedios, conducen al “autoconocimiento, a la conexión con las energías positivas del universo y a la plena salud”. Sin embargo después de más de un siglo, se puede verificar que tales prácticas y creencias disminuyen paulatinamente las posibilidades en el ejercicio del pensamiento crítico, por ejemplo: ¿y por qué?  ¿para qué? ¿cómo? ¿dónde? ¿quiénes? cediendo lugar a la panacea “espiritual”.

¿Quién dice que para pensar se tiene que apagar el switch del espíritu o viceversa? ¿para sentir o conectarse con las fuerzas de la naturaleza y el cosmos hay que apagar el switch del pensamiento? Con estas auto discriminaciones, la guerra santa que se lucha en el fuero interno de cada ser tiene consecuencias catástrofe.


Esta “nueva era” nos habla de que en el universo, los pensamientos positivos con ayuda del éter producen realidad positiva. Ahora bien, dudo, desde lo más agudo de la duda, que las enfermedades curables que azotan al mundo: el hambre, la injusticia en sus múltiples formas, sean causa del pensamiento negativo. La palabra víctima tendría que desaparecer del idioma. Esta empresa que algunos tienen la osadía de llamar planeta, pierde credibilidad financiera, seguridad económica y política, para que seres de luz de otros planetas y galaxias inviertan en un lugar como éste, donde el 10 % de la población tiene subordinado al 90 % restante por cuestiones de mente o pensamiento. 

No podríamos osar llamarlo esclavitud, puesto que fue erradicada de la empresa, perdón del planeta, hace ya muchas horas.

Lo que no se ha entendido, es que a través de  la “conciencia cósmica”, el pensamiento negativo puede ser revertido, si los pensamientos y las acciones de los enfermos y hambrientos tuvieran buena actitud mental, otro gallo les cantaría.       

Pero, cosa curiosa, parece que la gente de piel oscura es también oscura mental por naturaleza,  y no logran desarrollar una sana sensibilidad hacia la luz. Aquellos que logran una “verdadera apertura de conciencia” es porque han asumido que hay un orden superior cósmico que regula todo, llámese también: fondo monetario “internacional”, banco mundial, instituto tavistock, cia, onu,  vaticano, entre otros operadores del orden universal.

Los medios que utilizan los iniciados para descubrir la luz interior y los diferentes grados de oscuridad en los otros, suelen ser disciplinas importadas de oriente como: tai chi, chi qung, yoga, meditación trascendental, reiki, feng shui,  u/o pastiches como la biodescodificación o bioneuroemoción, constelaciones familiares, gestalt, dianética, método silva, tarot, grafología, coaching, flores de bach, entre otras formas que buscan el “equilibrio y la paz” en una especie que nace enferma, vive enferma y muere enferma.

Si no es así, tantos medios de sanación vendrían a constituir un gran absurdo.

¿Busca salud, equilibrio y paz, quien no es ni sano, ni equilibrado, ni pacífico, o se busca por moda? ¿habrá tenido Shakespeare los chakras alineados?¿habrá recibido el coaching necesario para entender que quien le resultaba antipático, era porque él tenia un problema que resolver?

La tan famosa “búsqueda espiritual” tiene millones de adeptos que practican de forma regular una o varias de las panaceas de turno. Quiero entender que si algo se busca, es, o por que no se tiene, o porque no se ha encontrado. La búsqueda interminable de sí mismo, se llama desde hace milenios, narcisismo. Debe haber sido muy cómodo para el resto de la población masculina donde habitaba Narciso, que se la pasara mirándose en el espejo de agua.

Se ha dado un incremento importante desde los años 60s. del sincretismo pastiche y fetiche. Católicos practicantes de yoga, vegetarianismo, ámbito empresarial, adquisición de productos de alta gama, activistas ecológicos contra la contaminación de los mares, que provocan otras empresas que comercian con la empresa  en donde se desempeña la persona en cuestión... Búsqueda de un confort y una calidad de vida que responde a un consumo patológico. Al mismo tiempo que se intenta practicar un ascetismo que permita la sana indiferencia necesaria para sostener esta magna incongruencia, la cual es un síntoma cuasi-inequívoco de ausencia de principios y de coherencia.

No “todo cabe” sabiéndolo acomodar. Si hoy la necedad llega a sentenciar que el agua y el aceite “Sí” se pueden mezclar, hagamos un llamado a los defensores del ecosistema y advirtamos que los aceites que desechan en el mar  y en los ríos las empresas aceiteras, petroleras, entre otras, no importa, hoy ya se pueden mezclar sin consecuencias. Tendríamos que solicitar a la real academia de la lengua, la eliminación por anacronismo de la palabra incongruencia, de la palabra incompatible y de la palabra incoherencia. 

Si todo puede combinarse en las proporciones justas sin alterar la compatibilidad, entonces ¿por qué los incrementos en la incomunicación y en la inestabilidad emocional, mental y física?      

Contrariamente a lo que se apuesta, el resultado es una sordera espiritual, que distorsiona la realidad, e imposibilita para entender entre ser y no ser. Entre forma y fondo, entre apariencia y verdad. Ante semejante receta, el resultado es un platillo incomible, incluso para los excéntricos amantes de lo exótico.

El corto circuito es difícil de salvar debido a la costumbre o hábito que se adquiere a estar sano cuando se está enfermo, y a estar enfermo cuando se está sano.

¿Qué despierta la credibilidad de las personas hacia este tipo de prácticas?

Una necesidad imperiosa de autoengañarse. La urgencia de huir de los conflictos por miedo a enfrentar, dando como resultado la evasión crónica, aunado a un complejo de inferioridad agudo que necesita convertirse en centro de atención a través de prácticas que implican supuestos conocimientos no aptos para mortales comunes.         

Pertenecer a un grupo que comparte la misma pérdida o ¿búsqueda? Espacios donde cada quien respete las mentiras vitales del compañero. Creer firmemente que la espiritualidad es potestad de oriente, sus múltiples recetas adaptadas a occidente, ó, combinaciones de risa loca como la biodescodificación y sus gurús de turno. 

Tener perdido el valor de que la espiritualidad está en leer a Galeano, tanto en como disfrutar de un buen asado o caminar por el campo, es darle a la espiritualidad acepciones parciales y poco serias. 

Occidente genera vacío existencial con la enajenación inherente a sus medios de vida. Oriente llena ese vacío con prácticas pasivas que conducen a la indiferencia para poder tolerar semejantes pastiches de incoherencia y necedad. El resultado es un zombi comercial con delirio de oriental iluminado.

Dejarse afectar por esferas de influencia que después de un tiempo considerable de existencia en el mercado y la cantidad de adeptos que recluta, logra el consentimiento por aprobación de masa, de cantidad, nunca de calidad, sería tan absurdo como decir que mcdonalds o starbucks, poseen calidad por la cantidad de gente que consume sus productos. Aprobación por moda, o pésimo gusto, no por convicción ni por apreciación.

Dentro de los fundamentalismos de los practicantes, hoy ya nos toca ver y escuchar discriminación alimentaria, racismo ideológico, iluminación inequívoca. Las lentejas y los frijoles lloran cuando son hervidos, el consumo de carne es una práctica primitiva, sádica y caníbal. Es una lástima que no poseamos tres estómagos como las vacas para comer pasto, olvidarnos del hambre mundial y estar totalmente sanos, saludables y serenos. En un equilibrio orgánico, cósmico, universal, definitivo y probado.    

¿No habrá meditación trascendental en la lectura de “Los Hermanos Karamazov”? ¿será necesario cultivar la conciencia social, política, religiosa y humanista, en el sano humus de la tierra fértil que damos en llamar cultura personal? ¿El terreno de lo espiritual no es también la reflexión y la conciencia social, política, religiosa y humana, a la que nos invita una novela como “Los Hermanos Karamazov”?
¿No es Dostoievski un ser espiritual que lega un testimonio artístico de dimensiones extraordinarias? ¿Desde cuando lo espiritual corresponde al terreno del místico, del que tiene un atuendo determinado, del que come hierbas o del que habla de la tolerancia desde una intolerancia endémica?

La legión de adelantados que ha dado como resultado el incremento de prácticas "sanadoras" en rechazo del dolor, pero aprendiendo a combinarlos de forma conveniente, privilegia el sinsentido, o sea, la coexistencia “armónica” de todo. Todo puede cohabitar, no hay diferencias, somos iguales pero individuales, somos diferentes pero humanos.      Si todo se autoregula, la voluntad y la decisión resultan innecesarias.

Todos estamos conectados. Todos somos uno y uno somos todos.           
Suena bien pero se ve muy mal. Si la igualdad no fuera una manera de exacerbar las diferencias, las diferencias serían aceptadas, cuando sea el caso, con respeto, no con tolerancia. Si todo puede ser, nada es.

Si no se aprende a distinguir entre capitalismo y catolicismo por ejemplo. Prácticas que se excluyen, los resultados catastróficos dejan heridos por todas partes. El agua no contamina el petróleo, es el petróleo el que contamina el agua. No se pueden combinar armónicamente sustancias de diferente naturaleza. Pero la buena nueva, es que hoy se puede ser meditador y empresario, musulmán y bebedor social, psicólogo y gurú místico, poeta y corredor de bolsa, todo está permitido, bienvenidas las combinaciones y en ellas su respectiva inequívoca dosis de necedad e incongruencia. 
Estamos ante la desaparición de la ética por comodidad, por pereza.

Las múltiples combinaciones de la eterna paz y la felicidad, han dado como resultado una tierra fértil para el adormecimiento. Si nada perturba no es porque se sea un iluminado imperturbable, es más bien porque se está anestesiado, drogado, a la manera que lo plantea Huxley con el soma, en Un Mundo Feliz.

Mis problemas son nuestros problemas, tus problemas son tus problemas. 
La debilidad emocional y la destitución de valores, constituyen el resultado de las prácticas mencionadas. Ante la debilidad no se puede luchar ni por un ideal, ni por la justicia, ni por la verdadera conciencia. Ante la debilidad, es imposible enfrentar situaciones adversas sin ayuda de un fármaco, o de un “especialista”.

La indiferencia por exceso, la abulia, la falta de capacidad para indignarse ante la vileza o la infamia, no son logros de autoconocimiento o de trascendencia luminosa, sino más bien todo lo contrario. Si todo responde a un orden o destino sagrado cósmico universal, vivir esta vida es un absurdo que se resuelve con la muerte. Vivir es una enfermedad que hay que curar con la muerte, pero no es un llamado al suicidio, es un llamado al Zombismo. 
Si aquí no hay nada que hacer, si por algo son las cosas,  si se pasa a mejor vida, o se espera reencarnar en algo mejor, o fundir la energía con la energía universal, la consecuencia es la desaparición de la voluntad por comodidad.

¿Ésta moda prolongada de prácticas de “autoconocimiento” y “apertura de conciencia” representan una transformación cualitativa para que la especie humana crezca espiritualmente?

La respuesta debería ser dejada a criterio del lector, pero si es practicante del “camino de la luz”, “de la fuerza” es mejor responder que no, no ha sido lo maravilloso que quiere creerse neciamente que ha sido. Pocas ocasiones se tienen para conocer a personas más instaladas en el YO,YO y después YO, como en ámbitos de sanación-brujeria-psicología-reiki-meditación…………

Cuando se cuestiona alguna de estas múltiples prácticas y sus arbitrarias combinaciones, contestan a la manera de los ortodoxos religiosos:
“ya lo entenderás cuando lo tengas que entender” signo inequívoco de haber encontrado al niño interno y de haber superado los múltiples “traumas” de una niñez infernal. 
Ellos “YA” encontraron las mieles de la luz. Son impermeables al dolor e imperturbables por ascenso.
Ya le llegará el turno a los desiluminados u oscuritos que se resisten o no están todavía preparados para la felicidad eterna. La evolución escoge a sus adeptos con cuidado.

Los signos actuales de los tiempos nos revelan cada vez mayor sectarismo, indiferencia por exceso y por vacío de sentido, culto propio por ausencia de referentes, verdades a la medida de falsas libertades, injusticia solapada en el bajo costo de la justicia, amor como condicionamiento de control y manipulación, o como maquillaje afectivo de la mentira vital.

Trastornos a la carta, depresiones a la medida del aburrimiento por exceso, pastillas de felicidad patológica al alcance de no cualquier bolsillo.

Más poesía y menos mantras diría Horacio Quiroga, más Tchaikovski menos veganismo diría  Luis Buñuel, más Galeano y menos coaching diría Ernesto Guevara, más enfrentamiento y menos pastillas diría Juan Gelman, más conciencia verdadera y menos inmediatez banal.

Se buscan respuestas sin haber hecho las preguntas correctas, incluso sin haber hecho preguntas. Interactuar a plena convicción con un texto como “Papa Goriot” de Balzac, con un texto como “El Enemigo del Pueblo” de Ibsen, puede ser mucho más revelador que una serie de sesiones con el psicólogo, o una lectura del tarot. Dejarse interpelar por la profundidad del pensamiento espiritual de dichos autores entre muchos otros, puede revitalizar el humus de la tierra cultivable de cada persona.
  
Renunciar al mundo a través de ascetismos aniquila la voluntad. Sin voluntad no hay toma de decisiones, no hay posiciones claras, no hay principios de valor, no hay esfuerzo, no hay verdadero movimiento interno.

El amor es dinamismo, no pasividad e indiferencia. No enfrentar no es ausencia de violencia, puede ser mas bien presencia de cobardía, evasión.
Sabotear el conflicto es no saberse poner a la altura del conflicto que haya que resolver.

Si la no violencia implica el derecho a todo, la violencia feroz pierde sentido. 
Las   atrocidades se cometen con cada vez menos sorpresa moral.
La degradación ambivalente hacia la indiferencia permisiva, tanto como hacia la ferocidad humana, mucho más peligrosa que la ferocidad de cualquier otra especie,    
es un signo revelador del espíritu de la época.

Todo está permitido. La proliferación e incremento de violencia, no da tregua, abarca prácticamente todo ámbito. Se procura la cordialidad diplomática, pero no hay sorpresa con el sinsentido de la muerte por violencia.

Si es a un estomago a lo que más se parece el espíritu, se debe cuidar con que se lo alimenta. Si somos seres tridimensionales, espíritu, mente y cuerpo, no veo la necesidad de trabajar una dimensión en detrimento de  otra si se pretende organicidad.

Parece que tantas dosis de anestesia diaria entre mantras, runas, terapias, asanas, chakras y palanganas, conducen al convencimiento de que gritar ante una circunstancia  determinada de injusticia o indiferencia es actuar de manera desequilibrada o agresiva.  Se sataniza estar vivo intensamente y se deifica el “respeto a todo” incluyendo la pedofilia, las políticas laborales, la manipulación mediática o alimentaria siempre y cuando no afecte de manera directa los intereses propios.

Bajo esta óptica cientos de miles de italianos, españoles y sudamericanos deberían meditar y comer hortalizas para llegar al autoconocimiento luminoso, definitivo, 
y así aprender a bajar la voz y no gesticular de maneras tan groseras.

La creencia en la reencarnación es un elemento que condiciona el comportamiento para no tener que volver a esta vida de sufrimiento.
La idea de reencarnación desprestigia la mortalidad por la inmortalidad.

Siempre habrá tiempo…

A excepción de algunos que lo pasan “muy bien”, otros pagan las culpas de su vida, o sus vidas pasadas. El sufrimiento es causa de la ley del karma, se ha hecho algo pecaminoso en esta o en una vida pasada y se vive para pagar.
Para la realización de las prácticas de “elevación”, la legión de adeptos se somete al control del gurú. Maharishi decía: “que una persona hambrienta, puede convertirse en una persona hambrienta pero feliz, si practica la meditación". Resignación y pasividad.

Es más fácil para el estado y “las fuerzas del orden” controlar a un hambriento feliz que a un hambriento enojado por que sabe que tiene derecho inalienable a comer y que hay comida para alimentar tres veces la población mundial. El hindú trata de convencerse de que el sufrimiento solo está en su mente, ilusión llamada maya. Venda mental que debe ser eliminada para ver con claridad. La claridad de sufrir como algo ilusorio, el sufrimiento está en la mente, no en la miseria que vemos. Los ingenieros de semejante construcción ideológica son dignos de insana admiración.   
“La meditación trascendental” adormece las emociones y la compasión, así todo se acomoda para ser comprendido.

Se adquiere armonía inconsciente por medio de una manipulación de armonía consciente, para rendirse a la autoridad manipuladora sin darse cuenta, se pierde la libertad y la seguridad. La consecuencia inmediata es el miedo a todo. Traducido en ataques de pánico, depresión ante la inevitable toma de decisiones. Estrés ante la velocidad que implica la “eficiencia mecánica” en los ámbitos laborales. 

Estas formas de adoctrinamiento mental por medio de promesas de “conciencia espiritual” permiten ir tomando medidas que se han ido dosificando poco a poco para convertir al planeta tierra, en un gran mercado de la “salud espiritual”.  Ya no nada mas se vende lo que se puede comprar, también se vende lo que no se puede comprar pero tiene precio.

¿Es una presa tan fácil el ser humano? Existen varios ejemplos que ponen en evidencia de forma categórica la manipulación constante a la que se somete la especie casi sin darse cuenta. Hubo épocas en donde la gente, hubiera puesto las manos al fuego, afirmando que la tierra era plana, o que la tierra era el centro del universo. Que la esclavitud era algo natural o que la sangre estaba quieta, hasta que Servet, cometió la insolencia de decir que: la sangre no se quedaba quieta sino que circulaba por el cuerpo y se purificaba en los pulmones. Lo llamaron el Copérnico de la fisiología y por supuesto le costó la vida.

¿A cuantos equívocos se expone el ser humano, y cuántos condicionantes no permiten esclarecer el equívoco?

“la verdad tiene a muchos en su contra, la mentira a muchos a su favor”
¿por qué será?

Se quiere creer a pie juntillas que la pasividad abúlica y la indiferencia son síntomas de paz, equilibrio del espíritu, en poco tiempo será uno más de los engaños a los que se somete al que quiere y necesita creer en cosas increíbles.

Se alimenta constantemente la falsa humildad de creer que siempre hay algo que sanar. 
Si vivimos enfermos no debemos confiar en nosotros. Y si siempre hay algo que sanar, siempre habrá un gurú, o una pastilla para sanarlo. La derrama económica que esto genera es digna de meditación.

El miedo y el miedo a tener miedo, son un generador de consumo de productos que acaso disminuyan momentáneamente los padecimientos del falso miedo, pero sin miedo natural no hay reacción, no hay valorización, no hay percepción, no hay intuición.

La falta de “perfección humana” busca falsa perfección en los lugares más insólitos y a través de prácticas que se van convirtiendo en dogma.

En el apartado ecológico de dicha moda llamada nueva era, el hambre mundial debería de ser un censor moral, para evitar padecer el síndrome de inversión ano-bucal agudo. 
Otro signo inequívoco del espíritu del siglo XXI.

Tal síndrome tiene como síntomas: la creencia de que los pepinos lloran lágrimas negras cuando el vinagre ataca sus terminaciones nerviosas.
La mano de plátanos va sufriendo pérdidas familiares irreparables cada vez que alguien arranca uno para comérselo. Los doctores del plátano lo llaman Fruticanibalfrutismo. Término aceptado por la real academia de la lengua, próximo a ser difundido por coca-cola.

Absoluto control del cuerpo y la energía, en otras palabras, desaparecer el impulso, los nervios, la sorpresa, la cólera, ¿dominar para ser dominado?

El control del cuerpo y la energía debería de revertir la enfermedad y el enojo. 
El mundo se convertiría en el tan ansiado paraíso sin enfermedad, sin sufrimiento, sin dolor y alegría inagotable. Si tener mayor elasticidad o alimentar al cuerpo con mayor cantidad de alimentos alcalinos implicara ser un mejor ser humano para los otros, sería estupendo. El problema es que la elasticidad y la alcalinidad se hacen modelos discriminatorios hacia todo lo que no se le parezca y no son garantía de ninguna iluminación ni de salud a prueba de todo.

¿Por qué hay quien quiere acabar con nuestra casa?

¿Será por que ascender con Dios, Alá, Yahvé, o cualquier otro nombre que se le quiera dar implica un estado superior?
La gran contradicción de la legión de iluminados o seres de luz, radica en defender la tierra y despreciar esta vida transitoria en pos de fundirse con la energía superior.     
Se habita en una especie de limbo donde la voluntad es suplida por la pasividad impermeable.

Cada quien es dueño de su mentira. Solo se hace imprescindible saber que lo que es mentira, no es verdad. Y que la verdad es un valor universal, no relativo.

No se pueden armar paraísos artificiales y creer que son modelos a seguir.

Para ser quien se es no hace falta ni oriente ni occidente, ni tanta sofisticación haciendo un ruido ensordecedor. Hace falta quizá resistirse a la tentación de no ser sin consecuencias.
                                                                                                        Máximo D'Elía Leyton

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