lunes, 5 de enero de 2015

Pertenecer o no pertencer, ¿es la cuestión?

Por: Máximo D'Elía Leyton

¿Qué hacen los medios de comunicación masiva con nuestras mentes?. Nicholas Carr dice: están erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma.

Esto me remite a una cita de Janne Teller en su libro “Nada” que amplía el panorama, pues no solo atañe al mundo cibernético sino a todo el acontecer humano. ¿Por qué finge todo mundo que todo lo que no es importante lo es y mucho, y al mismo tiempo todos se afanan terriblemente en fingir que lo realmente importante no lo es en absoluto?

¿Es importante pertenecer a una red social, a un partido tal , a tal doctrina religiosa, al equipo ganador, a la compañía multinacional? En esa búsqueda frenética por pertenecer surge la pregunta: ¿Se pertenece uno a sí mismo? ¿Le otorgamos alguna lealtad a quien somos? O quizá primero habría que replantearse ¿Quién soy? ¿Qué me conforma? ¿De qué estoy hecho? ¿ Cuales son mis necesidades e intereses en este viaje por mi existencia?

¿Lo que no se publica o no se ve NO EXISTE?
¿Si no se puede comprobar que estuvimos ahí con un archivo de 500 fotos tomadas en una hora, es que no existió, es que no será creíble, será dudoso? Ya no existe la buena fe, o es sinónimo de inocencia idiota. Si todo se apoya en imagen, está a la baja la imaginación, la confianza, la credibilidad.

Se vive preocupado por tantos ámbitos a los que no se pertenece y no así aliviado por no pertenecer a ellos, pareciera que no pertenecer es equivalente a no existir.

El utilitarismo convierte al globo terráqueo en un gran mercado, donde de una forma u otra todo se vende o se compra, todos nos vendemos o compramos. Esto nos convierte en una especie que utiliza un comercio prostibulario para sobrevivir.
La frustración surge cuando no hay nadie con un ataque de ira que increpe a los mercaderes de este extraordinario templo que es la tierra.

Pertenecer quizá será adaptarse a la multitarea a la que induce la tecnología digital, la cual nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión, contemplación, profundización que incita a un pensamiento creativo y crítico.
La multitarea implicada en los múltiples aparatos electrónicos , digitales, virtuales,
provoca seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información, la consecuencia no solo deshumaniza sino que también uniformiza, lo cual produce un espacio ideal para manipular las formas de pensamiento.
Pensamiento efímero, epidérmico, light, frívolo, y lamento comunicar que sin profundidad no hay conciencia y sin conciencia no hay claridad.

Paradójicamente parece haber una carrera encarnizada por pertenecer al mundo de las apariencias y no al de las verdades. Parece que la verdad, supuesto motor de la existencia, naturaleza de la conciencia, hoy implica un dolor insoportable, que no se está dispuesto a aceptar.          

Crecer duele, la naturaleza nos lo confirma a cada minuto, maravilloso dolor que nos permite ampliar nuestras facultades humanas, sin embargo en estos tiempos lo único que realmente duele es no pertenecer a un mundo sin dolor.
Las tecnologías transforman la forma de pensamiento de la sociedad. Altos índices de información insignificante. Nuevas actitudes y comportamientos con tendencia evasiva, egoísta, abúlica.  

Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, pobreza, hambruna, ignorancia, codicia, perversión y una larga lista, impiden que el público se interese por conocimientos esenciales, ocupado en distractores  para que no piense. Se aceptan medidas inaceptables de forma gradual. Los comunicadores se dirigen al público como deficiente mental. Utilizan el aspecto emocional por sobre el reflexivo.

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional y finalmente al sentido crítico de los individuos. La utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implementar o insertar ideas, deseos, miedos, compulsiones o inducir comportamientos.
Auto nuevo-felicidad familiar. Consumo de pastillas-equilibrio emocional. Cuerpo modelo-rating carnal.

La gran negligencia por parte de los encargados de la maquinaria económica, genera un miedo constante a perder el trabajo, el seguro, la hipoteca, a no pertenecer a este grupo privilegiado que goza de una “calidad de vida”, de una comodidad, de un confort.

No pertenecer significa convertirse en un ser marginal, en alguien fuera de, en un mundo donde lo importante es estar inn, es pertenecer a.

Se mantiene al público ignorante y mediocre, estimulan la mediocridad, fama éxito, reconocimiento, indiferencia, ausencia de posición y de ideología. El resultado, un ejercito inconsciente de personas felices y logradas.
La diversificación de tareas, estar al mismo tiempo, leyendo tres páginas, hablando y escribiendo, no parece ser un signo donde se refleje que la población mundial sea más culta o más capaz a nivel consciencia, sino más bien todo lo contrario.

La velocidad hoy es un factor vital, parece que el mundo virtual nos permite el don de la ubicuidad, se pueden “resolver” muchas cosas en poco tiempo, parece que todo se agiliza, se hace más rápido, y al mismo tiempo, se padece de escasez de tiempo para sentarse en la banca de un parque a platicar con un amigo.

La velocidad es un factor tan determinante en las relaciones humanas de hoy, que hay quien ya está convencido de que el eyaculador precoz es el mejor amante de los tiempos modernos.

La tecnología cambia nuestras normas sociales, influye nuestras elecciones laborales, sociales, ideológicas.    ¿Somos libres? No era que nosotros dominábamos nuestras creaciones. Si nadie nos obliga a utilizarlas por que nos sentimos obligados a utilizarlas.

Nuestro sentido de pertenencia está contaminado por la información. Estamos más desinformados que nunca pero queremos convencernos de que creemos lo contrario.
¿Pertenecer a una red social, a tal o cual equipo es importante?¿ Nos determina como individuos? Donde queda eso que llaman autodeterminación.

Existe el mundo de los desconocidos , de los que no pertenecen a lo convencionalmente aceptado, quizá el que no pertenece a la gran producción, al elenco estelar, a las estrellas de una calle de cemento, a la antología, etc.          

El que  no tiene diplomas para llenar la pared, el que  no pertenece a todas las redes sociales y no es amigo de la virtualidad tanto como de la humanidad, quizá el que no pertenece a la religión más rica o a la empresa más lucrativa se pertenece a si mismo y nadie lo puede pertenecer.



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