Por: Máximo D'Elía Leyton
El hombre
busca la felicidad como fin último y al tiempo como medio para adquirirla.
La búsqueda
del bien supremo lo ha convertido en apéndice de la máquina, en apéndice empresarial,
tecnológico etc. y esto le ha provocado un síndrome de tiempo utilitario, el
cual tiene como síntomas dos tipos de creencia: a) tiempo de trabajo para
alcanzar la felicidad b) tiempo perdido sin
recompensa.
El tiempo
“bien utilizado”, el tiempo efectivo y útil es el proclive al negocio (negación
del ocio) aquél que genera ganancias. El otro tipo de tiempo, el de “ocio
inútil” no reditúa, no produce.
La aparente
complejidad de la naturaleza humana actual, entiéndase por esto un ser
subordinado a sus creaciones, esclavo de la codicia y el confort, de las
políticas laborales, de la oficialidad histórica, con atrofia en la memoria,
incapacidad relacional , incongruencia severa entre otras patologías como la
abulia, que resume bien el estado insalubre en un amplio porcentaje poblacional.
Todo lo anterior y una larga lista de patologías sociales, impide distinguir lo
importante de lo superfluo en la salud integral del ser humano con respecto al
trabajo. Se asume como condición
inexorable el trabajo como algo remunerado ¿es tan difícil o es una
sofisticación esclavista, que pagan por hacerlo? Y el “trabajo” no remunerado
no alcanza tal categoría, debe ser considerado como hobby, administración del
tiempo libre, ejercicio. Esto que escribo debe ser considerado como pasa tiempo
o como pérdida de tiempo.
Se procura
estar ocupado en cosas “importantes” como signo inequívoco de imposibilidad
para “perder el tiempo en cosas inútiles”. El único tiempo susceptible de ser
utilizado para cosas de baja importancia son los sábados y domingos, la dura
semana de trabajo nos otorga el derecho ganado para “perder el tiempo”, en
otras palabras, descansar, comer en familia, ir al museo, al teatro, todo sin
prisa. Entre semana se puede hacer un hueco como ocasión especial para bajar
del olimpo de las ocupaciones y prestarse a la realidad de los mortales ociosos,
previa enumeración de todo lo que se
pospondrá en la agenda para prestarse por espacio breve a la vida de los desfavorecidos.
El tiempo es oro, dicen los mercaderes y aquellos semidioses responsables de ir halando las riendas del progreso y la civilización. Estos olímpicos prometeos consideran que las relaciones humanas se alimentan de agua y de sol, o de croquetas. Como si las relaciones humanas no implicaran el gran trabajo que se cree ya resuelto y dominado. Apenas y a penas llevamos 2,000 para otros 4,000 5,000 años en un mundo de millones de años y la soberbia inconmensurable como el tiempo, nos ha hecho caer en lugares comunes como “no hay nada nuevo bajo el sol” ”ya se ha escrito todo, se ha dicho todo”, va a resultar que los Yanquis tienen razón y hay que explotarlo todo, no servimos ni para conocernos.
El tiempo es oro, dicen los mercaderes y aquellos semidioses responsables de ir halando las riendas del progreso y la civilización. Estos olímpicos prometeos consideran que las relaciones humanas se alimentan de agua y de sol, o de croquetas. Como si las relaciones humanas no implicaran el gran trabajo que se cree ya resuelto y dominado. Apenas y a penas llevamos 2,000 para otros 4,000 5,000 años en un mundo de millones de años y la soberbia inconmensurable como el tiempo, nos ha hecho caer en lugares comunes como “no hay nada nuevo bajo el sol” ”ya se ha escrito todo, se ha dicho todo”, va a resultar que los Yanquis tienen razón y hay que explotarlo todo, no servimos ni para conocernos.
El trabajo
de entender, de cuidar, de educar, de mostrar, de renunciar, de crecer, de pensar,
de SER Y ESTAR no parece redituable . Tenemos mucho de qué preocuparnos si por este
trabajo hay que pagar o cobrar. Si da o no felicidad. Si se tiene o no tiempo
para lo que se da por hecho.
A esto se
debe sumar la larga lista de estrategias utilizadas para darse importancia a
través de la escasez de tiempo, se va creando poco a poco algo muy parecido al
star system hollywoodense. Inaccesibilidad e imposibilidad como sinónimo de
importancia en el ámbito social. El jefe que se entrevista y le pide a la
secretaria que lo interrumpa cada tres minutos, hasta que después de dos
interrupciones da un comunicado urgente y el jefe se ve “obligado” a retirarse.
Los jóvenes que se automandan mensajes para aumentar su rating de popularidad,
los “artistas” que autocompran su multimillonaria obra para mantener el
ranking, los autopedestales para legitimar el desempeño personal, etc, etc.
El tiempo es
tiempo bien usado cuando es oficial y comprobable , el otro tiempo no existe,
es como decir que fuiste al Taj Mahal y no tienes las 983 fotos para
comprobarlo de forma oficial y así poder gozar de credibilidad.
El tiempo
oficial-comercial-productivo, garantiza recompensa, el tiempo de la
contemplación, del ocio griego (no el concepto de ocio como sinónimo de pereza
que nos venden hoy) que implica diálogo reflexivo-sensible con la conciencia,
el tiempo de la creatividad, DEL MERO SER Y ESTAR tiende a ser considerado
inútil en un terreno regido por la competitividad carroñera que privilegia lo
comprobable, las cosas tangibles (positivismo material- temporal) y no en valores, principios, coherencias,
sensaciones, actitudes. La felicidad la dan las horas de trabajo convertidas en
carros, máquinas, casas, ropa. No las horas de “inactividad” dedicadas a la
ética, a cultivar la magnanimidad, la humildad, la equidad, la observación, la justicia, a descubrir la mentira vital.
Se
experimenta poco y nada estar con uno mismo sin hacer algo “productivo”. El
tiempo utilizado como recurso no renovable ha generado una gran rentabilidad en
la eficiencia productiva del ejército de hormigas en el que se ha convertido el
ser humano en pos de etiquetas como progreso, civilización, evolución,
FELICIDAD, y demás productos plásticos en el terreno de la abstracta
especulación utilitaria. Ganar tiempo y perder tiempo, dos negligencias
absurdas que se han convertido en moneda de cambio para las actividades
personales y sociales. Se gana tiempo al poseer tecnología de punta, ¿qué se
hace con el tiempo que se gana, hay bancos donde se pueda depositar el tiempo
ahorrado? se pierde tiempo cuando no se
tiene trabajo remunerado, cuando se escucha el problema de un “desconocido”,
cuando tomamos un café sin vender o comprar algo, cuando el noviazgo no termina
en boda. Los afanes de perfección buscados en el resultado proporcional del
tiempo invertido son caldo de cultivo ideal para las frustraciones en serie.
El tiempo no
es un recurso económico ni tampoco el privilegio de una clase social. Al tiempo
no se lo gana o se lo pierde, no posee esa categoría que si tiene la lempira hondureña
o el rublo ruso, cuestión de latitud.
El tiempo es
la manera artística que tiene la vida de transformar.
Es la
posibilidad en potencia de ser todo lo que se es.
Es lo que
transcurre estemos vivos o muertos, aquí o allá.
El tiempo
está siendo utilizado por un gran porcentaje de humanitos para convertirse en
autómatas eficientes, no así en ejercitar la conciencia. Que nadie paga ni
pagará por ejercitar la conciencia es definitivo y habría que preguntarse ¿Por
qué?, ¿si se pagara por ejercitar la conciencia en nuestro tiempo existiría la
posibilidad de un mundo menos utilitario?
El tiempo no
se usa, se vive o no se vive, y en ello nos va la vida, ahí radica lo
inconmensurable e infinito, los verdaderos rostros de este amigo.
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