viernes, 10 de octubre de 2014

El utilitarismo del tiempo

Por: Máximo D'Elía Leyton

El hombre busca la felicidad como fin último y al tiempo como medio para adquirirla.

La búsqueda del bien supremo lo ha convertido en apéndice de la máquina, en apéndice empresarial, tecnológico etc. y esto le ha provocado un síndrome de tiempo utilitario, el cual tiene como síntomas dos tipos de creencia: a) tiempo de trabajo para alcanzar la felicidad  b) tiempo perdido sin recompensa.

El tiempo “bien utilizado”, el tiempo efectivo y útil es el proclive al negocio (negación del ocio) aquél que genera ganancias. El otro tipo de tiempo, el de “ocio inútil” no reditúa, no produce.

La aparente complejidad de la naturaleza humana actual, entiéndase por esto un ser subordinado a sus creaciones, esclavo de la codicia y el confort, de las políticas laborales, de la oficialidad histórica, con atrofia en la memoria, incapacidad relacional , incongruencia severa entre otras patologías como la abulia, que resume bien el estado insalubre en un amplio porcentaje poblacional. Todo lo anterior y una larga lista de patologías sociales, impide distinguir lo importante de lo superfluo en la salud integral del ser humano con respecto al trabajo.  Se asume como condición inexorable el trabajo como algo remunerado ¿es tan difícil o es una sofisticación esclavista, que pagan por hacerlo? Y el “trabajo” no remunerado no alcanza tal categoría, debe ser considerado como hobby, administración del tiempo libre, ejercicio. Esto que escribo debe ser considerado como pasa tiempo o como pérdida de tiempo.

Se procura estar ocupado en cosas “importantes” como signo inequívoco de imposibilidad para “perder el tiempo en cosas inútiles”. El único tiempo susceptible de ser utilizado para cosas de baja importancia son los sábados y domingos, la dura semana de trabajo nos otorga el derecho ganado para “perder el tiempo”, en otras palabras, descansar, comer en familia, ir al museo, al teatro, todo sin prisa. Entre semana se puede hacer un hueco como ocasión especial para bajar del olimpo de las ocupaciones y prestarse a la realidad de los mortales ociosos, previa enumeración  de todo lo que se pospondrá en la agenda para prestarse por espacio breve a la vida de los desfavorecidos. 

El tiempo es oro, dicen los mercaderes y aquellos semidioses responsables de ir halando las riendas del progreso y la civilización. Estos olímpicos prometeos consideran que las relaciones humanas se alimentan de agua y de sol, o de croquetas. Como si las relaciones humanas no implicaran el gran trabajo que se cree ya resuelto y dominado. Apenas y a penas llevamos 2,000 para otros 4,000  5,000 años en un mundo de millones de años y la soberbia inconmensurable como el tiempo, nos ha hecho caer en lugares comunes como “no hay nada nuevo bajo el sol” ”ya se ha escrito todo, se ha dicho todo”, va a resultar que los Yanquis tienen razón y hay que explotarlo todo, no servimos ni para conocernos.

El trabajo de entender, de cuidar, de educar, de mostrar, de renunciar, de crecer, de pensar, de SER Y ESTAR no parece redituable .  Tenemos mucho de qué preocuparnos si por este trabajo hay que pagar o cobrar. Si da o no felicidad. Si se tiene o no tiempo para lo que se da por hecho.

A esto se debe sumar la larga lista de estrategias utilizadas para darse importancia a través de la escasez de tiempo, se va creando poco a poco algo muy parecido al star system hollywoodense. Inaccesibilidad e imposibilidad como sinónimo de importancia en el ámbito social. El jefe que se entrevista y le pide a la secretaria que lo interrumpa cada tres minutos, hasta que después de dos interrupciones da un comunicado urgente y el jefe se ve “obligado” a retirarse. Los jóvenes que se automandan mensajes para aumentar su rating de popularidad, los “artistas” que autocompran su multimillonaria obra para mantener el ranking, los autopedestales para legitimar el desempeño personal, etc, etc.

El tiempo es tiempo bien usado cuando es oficial y comprobable , el otro tiempo no existe, es como decir que fuiste al Taj Mahal y no tienes las 983 fotos para comprobarlo de forma oficial y así poder gozar de credibilidad.

El tiempo oficial-comercial-productivo, garantiza recompensa, el tiempo de la contemplación, del ocio griego (no el concepto de ocio como sinónimo de pereza que nos venden hoy) que implica diálogo reflexivo-sensible con la conciencia, el tiempo de la creatividad, DEL MERO SER Y ESTAR tiende a ser considerado inútil en un terreno regido por la competitividad carroñera que privilegia lo comprobable, las cosas tangibles (positivismo material- temporal)  y no en valores, principios, coherencias, sensaciones, actitudes. La felicidad la dan las horas de trabajo convertidas en carros, máquinas, casas, ropa. No las horas de “inactividad” dedicadas a la ética, a cultivar la magnanimidad, la humildad, la equidad, la observación, la  justicia, a descubrir la mentira vital.

Se experimenta poco y nada estar con uno mismo sin hacer algo “productivo”. El tiempo utilizado como recurso no renovable ha generado una gran rentabilidad en la eficiencia productiva del ejército de hormigas en el que se ha convertido el ser humano en pos de etiquetas como progreso, civilización, evolución, FELICIDAD, y demás productos plásticos en el terreno de la abstracta especulación utilitaria. Ganar tiempo y perder tiempo, dos negligencias absurdas que se han convertido en moneda de cambio para las actividades personales y sociales. Se gana tiempo al poseer tecnología de punta, ¿qué se hace con el tiempo que se gana, hay bancos donde se pueda depositar el tiempo ahorrado?   se pierde tiempo cuando no se tiene trabajo remunerado, cuando se escucha el problema de un “desconocido”, cuando tomamos un café sin vender o comprar algo, cuando el noviazgo no termina en boda. Los afanes de perfección buscados en el resultado proporcional del tiempo invertido son caldo de cultivo ideal para las frustraciones en serie.

El tiempo no es un recurso económico ni tampoco el privilegio de una clase social. Al tiempo no se lo gana o se lo pierde, no posee esa categoría que si tiene la lempira hondureña o el rublo ruso, cuestión de latitud.

El tiempo es la manera artística que tiene la vida de transformar.

Es la posibilidad en potencia de ser todo lo que se es.

Es lo que transcurre estemos vivos o muertos, aquí o allá.

El tiempo está siendo utilizado por un gran porcentaje de humanitos para convertirse en autómatas eficientes, no así en ejercitar la conciencia. Que nadie paga ni pagará por ejercitar la conciencia es definitivo y habría que preguntarse ¿Por qué?, ¿si se pagara por ejercitar la conciencia en nuestro tiempo existiría la posibilidad de un mundo menos utilitario?


El tiempo no se usa, se vive o no se vive, y en ello nos va la vida, ahí radica lo inconmensurable e infinito, los verdaderos rostros de este amigo.


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