viernes, 31 de octubre de 2014

El síndrome de la manada

Por Máximo Leyton

Hace unos días en el gimnasio del parque Naucalli se celebraba el día internacional del pool up, dentro de nada habrá día internacional del llavero, del pañuelo entre otros.

Los promotores usaban un megáfono y hablaban de un evento internacional y simultaneo. Contribuyendo con una donación dirigida a un laboratorio dedicado a las prótesis para animales.

Si bien la labor  tiene su grado de importancia, me resultó un detonante para ahondar un poco más en el tema, ya que no es la primera vez que escucho grupos pidiendo donaciones para rescatar animales y me pregunto si las prioridades estarán siendo las correctas.

Por un lado están los cazadores furtivos sin el menor escrúpulo para extinguir una especie o matar a un animal sin la menor compasión. Por otro lado un grupo de comerciantes  que lucran con la cruza y venta de perros de raza o animales exóticos  que padecen maltratos y abusos escalofriantes.


Están los que alteran los procesos de alimentación y crecimiento de pollos, cerdos, reses, pescado para vender más caro y más rápido sin importar las consecuencias biológicas tanto de los animales como de los consumidores.
Y por otro lado tenemos a los que privilegian a los animales por  sobre las personas. Lo primero que me viene a la cabeza es:
Las mascotas son la nueva fuente de bienestar.

¿se está acaso perdiendo la capacidad de interrelacionarse con la propia especie?

Las relaciones entre humanos implica problemas que disminuyen día con día la disposición para resolver y continuar viviendo como parte de un proceso existencial.

Los indicadores sugieren que se prefiere un ser vivo que no hable y sea sumiso al dominio del amo. Resulta claro que es más fácil dominar a un perro o a un gato que a otra persona.
¿tan necesario ha llegado  a ser dominar o someter para hacerse respetable a uno mismo?

Entrelineas  pareciera detectarse la necesidad de ejercer poder y control sin ser cuestionado. Una arbitrariedad egoísta para afirmarse como individuo ante la impotencia e indiferencia para relacionarse sanamente con la propia especie.

Hace un tiempo me visitó un amigo fotógrafo con su mujer, habían sido contratados una vez más por una pareja de mujeres, madre e hija para fotografiar a sus perros en el festival de turno.

Cuando charlaban respecto a las cajas con acondicionamiento térmico para traslado en avión, salón de belleza canino, alimentación especial, entrenador  y/o psicólogo fijo, ropa, accesorios, etc. Me quedé boquiembrutecido al escuchar que en el mundo donde diariamente el hambre es menos importante que la moda pudiera darse una imposibilidad de criterio tan flagrante.
¿psicólogo? ¿para quién?

Le pedí a los sabuesos de la conciencia ayuda para olfatear el fondo del tema.

Vivir en la época de los trastornos ya no alcanza solo a la especie humana, ya lamentablemente también ataca a la canina y gatuna entre otras como por ejemplo la rebeldía del salmón o la pereza del oso, la agresividad del tigre o la lentitud de la tortuga, a los cuales habrá que diseñarles tratamientos no traumáticos para su mejor desarrollo civilizatorio.

Depresión y estrés son los síntomas recurrentes de dichos animales, lo cual viene generando ganancias multimillonarias y a la alza, me recuerda el mismo fenómeno de los años 80s cuando la depresión se comenzó a poner de moda y el prozac  y después decenas de fármacos legales han generado a psiquiatras y laboratorios entre otros galenos de legítima estirpe ganancias obscenas durante tres décadas.

Una de las grandes paradojas que surge es: la naturaleza es la gran  maestra y ahora resulta que le vamos a dar lecciones. Aquí cabe un punto medular en el asunto: los animales no necesitan a la especie humana nosotros los necesitamos a ellos.

Un perro o gato no cuestiona, no habla, no engaña, no traiciona, no miente, no se juzga, no sabe, reacciona al estímulo-respuesta, instinto y condicionamiento por lo tanto es un importante candidato a ser receptáculo de todo el amor.
Así parece estar de decepcionada la propia especie humana para darle prioridad a  los animales por sobre las personas.

¿Al ser humano tan evolucionadito como pretende mostrarse no le será necesario hacer acopio de los últimos resquicios de humildad que conserve en el cajón de las antigüedades para asumirse más cerca de un animal que de un celular. Más cerca de otro ser humano que de una planta o de una Tablet? Se requiere de un perro o de un placebo  tecnológico porque es lo único que soporta el peso del vacío.

Los animales absorben la energía de las actitudes y comportamientos humanos, quizá por eso ahora necesitan su respectivo tratamiento. Los humanos no pueden ser humanos y por esta razón necesitan que los perros y los gatos les recuerden que la naturaleza sigue existiendo en medio de una carrera donde como en la guerra se vale todo y la tecnología es más imprescindible que la sinapsis.

Tenemos bodas para perros. He aquí una de las grandes estupidoparadojas:  la especie animal “consciente” dícese de los humanos, huyen de los compromisos y responsabilidades con la propia especie, pero ahora trasladan sus ilusiones a las mascotas. Bajo esta premisa resulta recomendable decirle a los de espíritu revolucionario que adquieran un halcón y lo hagan volar hasta convencerse de la libertad.

Humanizar a los animales, cuando el ser humano avanza en franco retroceso en materia humanística resulta bizarro. Es urgenario no confundir adaptación con evolución.

Si a Walt Disney, ese gran manipulador de la conciencia infantil se le hubiera ocurrido que en un gran congreso animal se optara por aceptar al ser humano en su reino, no lo hubieran logrado ni en cien películas.

En España hay 20 millones de mascotas por 47 millones de habitantes, 6 de cada 10 hogares. El sector facturó 700 millones de euros. Gasto anual por familia es de 1,500 euros. Existen 5,700  comercios especializados en animales de compañía. Genera 3,300 empleos directos y 10,000 indirectos. 


Las mascotas ya forman parte indiscutible del estrato social, según algunas fuentes el gato es símbolo de las sociedades ricas, desarrolladas y el perro de sociedades pobres y en “vías de desarrollo” como Argentina, Chile, Brasil, Colombia, México.

El 78 % de los argentinos tiene mascotas 63% perros 26% gatos. 9 millones de perros, 3 millones de gatos. Chile 71%, México 60%, Brasil 44%, todos en franco incremento. El incremento de felinos sigue a la alza en Estados  Unidos, Francia, Alemania.  

En 2013 México cerró la cifra de consumo en productos y servicios para mascotas (alimento, ropa, hoteles, funerarias, tratamientos, estéticas, servicios, veterinarias, salones de fiesta) en 2,228 millones de dólares. 7,388 bibliotecas tiene México y 7,190 comercios sobre mascotas.

Los estadounidenses gastan 60 mil millones de dólares en sus mascotas.  En este momento 3mil millones de personas viven con 2 dólares diarios.

Los países occidentales  gastan 17 mil millones de dólares en  comida para mascotas frente a 19 mil millones que destinan a luchar contra el hambre.

Diversos estudios científicos corroboran que convivir  con una  mascota ayuda a reducir el nivel de estrés y la presión arterial, potencia la autoestima y la habilidad social de los dueños, mejora la comunicación y la afectividad dentro del hogar.  Por qué se incrementa  entonces el estrés, el pánico, la depresión, la dependencia tecnológica,  el consumismo patológico, el morbo insaciable entre otras patologías.  Hay algo en la ecuación que no encaja.
Los animales son imprescindibles, la conciencia humana también.


Pese al diseño y proliferación de la perversidad “humana”, me sigue provocando mayor impotencia ver a un niño hurgando en la basura que a un perro, a un gato o a una rata.   



No hay comentarios.:

Publicar un comentario